Carles Azcón (Barcelona)
(Canberra, 1982) ha consolidado una práctica artística con un potente nivel de vitalidad expresiva. Su obra informalista huye de las corrientes convencionales y afirma el color como cimiento y expansión de sus composiciones. Su obra es el reflejo de una vida vivida en un camino, en cambio, constante. El artista interpreta momentos vitales a partir de crear signos, manchas y atmósferas que representan un impulso, un suspiro, un pensamiento interior. El propósito poético de los suyas abres es atrapar la luz como un proceso de naturaleza biológica, tal como lo hace una hoja con la fotosíntesis.